Introducción
Los motivos por los cuales me surgió la idea de escribir el presente trabajo son varios. En primer lugar, influyó todo el estudio que realizamos a lo largo del curso respecto de la democracia. De este tema, me llamó la atención principalmente la historia democrática, sus ideas y las tendencias. En segundo lugar, la crisis económica iniciada en Estados Unidos y que afectó la economía mundial, así como la elección en aquel país y las soluciones que presentaron los candidatos respecto de las posibles soluciones frente al problema.
Nos referiremos a las situaciones que permitieron el desarrollo económico de las sociedades libres del primer mundo y analizaremos las circunstancias actuales de aquellas situaciones. Debido a la extensión que tendrá el ensayo, partiremos de algunos presupuestos. De este modo, consideraremos que la ‘República Democrática’ tal como la concebimos hoy es un requisito fundamental para el desarrollo económico. Ningún país que no sea democrático puede tener un nivel económico que le permita ser considerado un país en situación de desarrollo, pero asimismo tampoco en proceso[1]. También, las sociedades libres defendieron precisamente la libertad como dogma, ello ayudó al desarrollo económico actual. Por último, partiremos de la base de que para el logro del desarrollo económico un país debe tener una economía de libre mercado; caso contrario, sólo será un país del tercer mundo[2].
Al final del trabajo, trataremos de responder la pregunta de si la democracia actual lleva a la destrucción del libre mercado que permitió el desarrollo económico.
Por tanto, comenzamos a referirnos a las situaciones que permitieron el desarrollo económico: la República Democrática, la libertad defendida como dogma y la economía de libre competencia.
La República Democrática moderna
Para poder partir del presupuesto de que una República Democrática es condición para el desarrollo económico, debemos definir qué entendemos por tal y cuáles son sus caracteres.
Así las cosas, la característica principal de la organización política que estamos tratando se debe a la combinación de dos formas de gobierno: la republicana y la democrática[3].
Varias son las particularidades de una república actualmente. En primer lugar, podríamos decir que tiene componentes aristocráticos, ya que los actos de gobierno no son realizados por todo el pueblo ni tampoco están concentrados en una sola persona. Sin embargo, a mi modo de ver, el sello característico de un gobierno republicano en la modernidad se lo debemos a Montesquieu. Considera él que el poder político no puede concentrarse en manos de una sola persona, ello si no desembocaría en una tiranía. La concentración del poder es mala por sí misma, no importa que el gobierno sea malo o bueno, corrupto o no corrupto; es decir, a diferencia de Aristóteles no hace una distinción entre gobiernos puros e impuros. El poder único es rechazado sin más[4].
Es importante destacar también la labor de Locke en la formación de la República actual, toda vez que defendía la libertad del individuo como dogma. En efecto, consideraba la existencia de ciertos derechos individuales que la decisión mayoritaria no podía vulnerar. Esos derechos individuales invulnerables eran los que el individuo quería proteger y a causa de ellos se firmaba el ‘contrato social’.
Ahora bien, ¿Por qué tanto Locke como Montesquieu querían un gobierno republicano y no uno estrictamente democrático, como por ejemplo sería el modelo ateniense o el propuesto por Rousseau? Una de las causas fue la mala experiencia ateniense. En efecto, si el gobierno es ejercido directamente por la población, y los actos de gobierno son decididos por la mayoría, no puede existir limitación en el gobierno, el poder sería único y absoluto pero en vez de ser ejercido por un solo hombre sería ejercido por la voluntad mayoritaria. En consecuencia, la característica principal de un gobierno republicano en la actualidad es que ‘divide’ el poder absoluto, lo desmembra, ni siquiera puede estar en manos de la mayoría; y todo eso para defender los derechos individuales, es decir, la libertad de los individuos.
Bien, respecto de la democracia contemporánea debemos decir que actualmente tiene una doble funcionalidad que la podemos clasificar del siguiente modo: una intra gobierno y otra extra gobierno. La primera abarca las relaciones que se producen dentro de un gobierno, e implica que las decisiones que se tomen dentro del poder político deben tomarse en forma democrática. Así por ejemplo, las decisiones que se adoptan dentro de una asamblea legislativa es producto de la decisión mayoritaria -más allá del modo en que se compute el voto mayoritario-. Por el contrario, la segunda función importa que los ciudadanos también eligen a sus representantes democráticamente; la decisión mayoritaria ubica a ciertas personas en los cargos de gobierno establecidos constitucionalmente.
Por eso podemos afirmar que la democracia es muy distinta a la democracia ateniense. En esta última, las dos funcionalidades diferentes no existían, ambas las realizaban los ciudadanos. La representación no existía, los individuos con derechos políticos directamente se reunían y adoptaban las diferentes decisiones de gobierno. Sin embargo, en la modernidad, tanto la cantidad de habitantes como el rechazo del poder absoluto más allá de que radique en la voluntad mayoritaria hizo que esta democracia sea representativa e indirecta, con las dos funciones antes mencionadas.
Los ingredientes republicanos y democráticos son recogidos por el constitucionalismo y sus principales características son: el principio divisorio del poder, la finalidad personalista en protección de la dignidad de la persona humana; la soberanía del pueblo (nadie puede gobernar a la comunidad por derecho propio); el imperio de la ley, entendido como la sujeción a normas de los gobernantes, no de acuerdo con su libre voluntad sino con el criterio de la sociedad; una supremacía constitucional; una rigidez constitucional; división funcional de los poderes constituidos; independencia del poder judicial; legalidad administrativa; control de la actividad de los órganos estatales (publicidad de sus actos); institucionalización de la oposición; designación por elección de los gobernantes, renovación periódica de sus cargos[5].
Vistas las características de la democracia y de la república, la combinación de ambas es lo que caracteriza la República Democrática actual que es necesaria para el desarrollo económico. Ahora bien, la pregunta que debemos realizarnos a esta altura es la siguiente: ¿Cuál es la función de esta República Democrática moderna? ¿Cuáles son los fundamentos por los cuales un Estado elige esta forma de gobierno? Principalmente para proteger la libertad individual. La idea de Locke fue realizada.[6] Actualmente, este es el valor supremo de las sociedades occidentales. Esta idea surge a partir del liberalismo clásico. El Estado nace para garantir la libertad de los individuos.
La libertad como dogma
Ahora bien, la libertad[7] fue defendida como dogma, esto es, aquello que no puede ser susceptible de discusión, de contra argumentos, no puede debatirse racionalmente. Esta es la idea de Friedrich Hayek, la cual yo comparto.
El liberalismo clásico fue criticado por ‘doctrinario’, sin embargo al idear al hombre libre, al defender la libertad como valor supremo y sin someterla a principios utilitarios permitió el desarrollo democrático y republicano y, consiguientemente, un desarrollo económico. En consecuencia, la libertad debe ser defendida como principio que no puede ser dejado de lado por circunstancias que sean convenientes. Asimismo, los principios son más efectivos como guía de comportamiento cuando son producto de predisposiciones no razonadas. Para dar un ejemplo, los ingleses lograron la libertad sin enunciarla como principio –y en ello se basaron Locke y Montesquieu para realizar sus respectivas obras-, sin embargo los franceses fueron sumamente principistas para lograr su revolución, y a pesar de eso no lograron una libertad tranquila sino mucho tiempo después y como consecuencia de crueles procesos.
Por ello, creo que la libertad conseguida en los países occidentales avanzados y más precisamente en los anglosajones, como Estados Unidos o Inglaterra, fue resultado de que se consideró como principio no susceptible de discusión racional.
Ahora bien, luego de lo explicado hasta ahora quiero formularme la siguiente pregunta para tratar de responder en el próximo subtítulo: ¿La libertad referida hasta ahora, incluye la libertad en el ámbito económico?
La libertad económica
Los derechos individuales que aseguran la libertad incluyen el derecho de propiedad; sin él es inviable el desarrollo de la libertad individual. En efecto, de lo contrario no se entendería porqué un individuo tiene derecho a expresar libremente sus ideas o a profesar un culto determinado y no tiene derecho a la posesión y adquisición de bienes y la transferencia de ellos sin la intervención del gobierno.
Bien, la libertad económica importa que cada individuo ejerza el derecho de propiedad según su propio criterio y fuera de todo tipo de intervención del poder estatal. El modelo de gobierno Republicano Democrático que defiende los derechos individuales y tiene como fin y valor supremo la protección de la libertad del individuo debe asegurar esta libertad económica mencionada; en caso contrario, el Estado no tendría como fin y valor supremo la defensa de la libertad del individuo, sino otros como podría ser que todas las personas tengan el mismo ingreso más allá de la actividad que desarrollen, etc. Estos fines del Estado pueden ser múltiples, pero en cuanto se tiene un fin distinto al de la libertad del individuo, inmediatamente se la niega y subordina a otro fin –como mínimo-. En este supuesto, la libertad ya deja de ser un principio defendido como dogma y se hace uso de ella en términos utilitarios, ya que se la deja de lado para la realización de otros fines propuestos por el Estado[8].
La economía de libre mercado
La libertad individual que hemos visto hasta el momento importa que el hombre tiene la oportunidad de decidir qué quiere para su vida, elige el camino de su destino y, a su vez, se responsabiliza de sus elecciones. Dice Hayek ‘...un orden basado en la libertad permite a todos los seres humanos dedicar sus personales conocimientos al logro de sus particulares fines, sin más restricción que la establecida por ciertas normas de comportamiento igualmente aplicables a toda la población’.[9] Por tanto, según el autor la libertad es aquella situación en la cual cada ser humano puede utilizar sus personales conocimientos en orden de plasmar sus propios objetivos. Asimismo, dijimos que esta libertad individual incluye la libertad económica; en consecuencia –y siguiendo la interpretación que estamos haciendo de Hayek-, importaría aplicar los personales conocimientos sin intervención estatal en la esfera económica.
Analizado lo precedente, debemos inferir que la libertad defendida como dogma, esto es, como valor supremo no susceptible de contra argumentación, deriva en un sistema económico de libre mercado. Esto significa que la actividad económica queda en manos de los particulares, ergo el Estado debe funcionar como garante de esa libertad y cualquier intervención que haga sobre el mercado es una afectación de aquélla. Nuevamente, no es concebible un Estado que tenga como fin la protección de la libertad individual y que sostenga una economía dirigida con restricción de la participación de los individuos en el mercado. Dijo Alberdi que ‘Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos esperan una cosa que es contraria a la naturaleza. Por la naturaleza de las cosas, cada hombre tiene el encargo providencial de su propio bienestar y progreso, porque nadie puede amar el engrandecimiento de otro como el suyo propio; no hay medio más poderoso y eficaz de hacer la grandeza del cuerpo social que dejar a cada uno de sus miembros individuales el cuidado y poder pleno de labrar su personal engrandecimiento’.[10]
A mi modo de ver, toda vez que un Estado impida el sistema económico de libre mercado estaríamos en presencia de un Estado autoritario. Es cierto que es difícil encontrar extremos, más bien en la realidad suelen darse dosis graduales de un Estado planificador de la economía o uno que no interviene, pero depende del extremo al que se acerque estaremos en presencia de un Estado más o menos libre o autoritario.
Finalmente, podemos hacer un breve resumen de lo explicado hasta ahora. Hicimos mención de los elementos que permitieron el desarrollo económico de las Sociedades Libres del primer mundo y explicamos sus características, estos elementos son el Estado Republicano Democrático, la libertad como dogma y la economía de libre mercado. A partir de ahora, hablaremos sobre ciertos aspectos que se presentan en el mundo actual y que ponen en peligro los elementos que, según habíamos visto, permitieron el desarrollo.
La fe ilimitada en la razón
La actualidad se caracteriza por un avance científico y tecnológico que logra suplir la mayor cantidad de problemas y necesidades de la gente. Medicamentos para enfrentar enfermedades, aparatos que ayudan en la labor doméstica, medios de transporte con los cuales las distancias enormes quedan reducidas a un par de horas, comodidades, medios de comunicación que permiten saber lo que está sucediendo en los lugares más remotos de la tierra, etc. La ciencia hizo que el hombre se fiara ciegamente de la razón. Hoy por hoy, la mayoría de la gente cree que todo tiene o debe tener solución, sólo basta hacer uso de la razón, ‘pensar’ la dificultad de determinado problema y, así, hallar la respectiva superación de la adversidad.
Esta idea fue trasladada al orden social. Frente a problemas de pobreza, recesión económica, etc.; la gente considera que tales conflictos deben tener una solución. En efecto, se piensa, ¿Por qué se produjo este problema económico? Y se contesta que fue debido a que quien tiene las riendas del poder no pensó lo suficiente como para prever lo sucedido. La gente se pregunta ¿Cómo es posible que frente a tanto progreso científico, tecnológico y conocimiento en general, no se pueda diseñar un orden social, político y económico justo? La respuesta es desalentadora ya que hay cosas que la razón no puede solucionar.
La utilización de la razón en el mercado (intervencionismo)
Esta fe en la razón mencionada anteriormente obliga a que la gente se impaciente frente a determinadas dificultades económicas. Ello presiona para que se utilice la razón en el mercado, es decir, que se adopten medidas intervencionistas que tiendan a determinado fin en la economía. Esta solución parece políticamente correcta, de hecho parecería ser bondadosa toda vez que permitiría que se salven las dificultades económicas que padece la gente. Sin embargo, se olvida que esta intervención afecta la libertad defendida como dogma. La intervención en el mercado, fuere del tipo que fuere, vulnera la libertad, la restringe.
Además del efecto nocivo a la libertad, es decir, la violación del principio como dogma, la intervención produce una distorsión del mercado. De hecho, una medida que el Estado introduzca en el mercado seguramente podrá lograr el efecto deseado o el fin propuesto, pero originará una serie de circunstancias que fueron imprevisibles (por resultar imposible) para la razón. Por tanto, una intervención lo único que generará es un empeoramiento de la situación, y eso hará que se necesiten adoptar más medidas intervensionistas para solucionar tal empeoramiento. De este modo, se ingresa a un círculo vicioso difícil de detener y, que en caso de seguir, producirá la progresiva pérdida de la libertad y la conversión de sociedades democráticas en autoritarias –al menos restringiendo la libertad económica, pero esto por sí solo impide de hecho la libertad y su defensa como dogma-.
La fe en la razón hace olvidar que el mercado se trata de un orden espontáneo, que no puede ser regulado a voluntad. Se caracteriza porque su ‘orden’ es autogenerado gracias a la libertad de los individuos, ellos con sus actos son los mejores reguladores del mercado, esta es la mano invisible de la que habla Adam Smith. En este sentido, Hayek considera que la teoría del orden espontáneo tiene una dificultad, que no es otra que convencer a la gente. ¿A qué se debe? A que por ejemplo, un economista que defiende la idea del libre juego de las correspondientes fuerzas sociales, no puede predecir en qué forma se desarrollarán los correspondientes procesos. Y eso, el hombre moderno no lo puede aceptar, quiere que todo sea fácilmente predecible y cognoscible, que se pueda dar una respuesta racional. De nuevo, la ciencia puede explicar cómo es el funcionamiento de determinado orden espontáneo (mercado), pero no se puede aseverar cuál será el comportamiento futuro. El problema, entonces, radica en la imposibilidad de la predicción[11].
La democracia electrónica y la teoría del public choice
Me parecen interesantes algunas de las ideas planteadas por Dick Morris en su libro ‘El nuevo príncipe’. Una de las afirmaciones que realiza es que la democracia indirecta y representativa que actualmente conocemos está experimentando un profundo cambio hacia una democracia directa al estilo ateniense. Este fenómeno se comprueba por dos circunstancias: las encuestas de opinión y las consultas populares[12]. Si bien discrepo con el autor en que se llegará a la democracia estilo ateniense gracias a Internet; lo que me parece verdadero y llama la atención es que el poder de maniobra de los gobernantes en la actualidad es muy reducido. El desarrollo fenomenal que se produjo en las comunicaciones hace que la presión popular obligue constantemente al gobernante a buscar soluciones para los problemas cotidianos. Ya no le basta a los políticos ganar una elección para poder gobernar; en los hechos, deben someterse a elección diariamente para no perder popularidad y generar rechazo en la población. Dick Morris dice que en la actualidad los presidentes están en campaña permanente[13].
En este sentido, también me parece importante the theory of public choice elaborada por James Buchanan. La teoría dice que la actividad económica es análoga a la política, toda vez que tanto el agente económico como el político son maximizadores de sus utilidades. El agente político, al igual que el económico, es egoísta y busca su propio beneficio en la toma de decisiones colectivas. Según Buchanan, no tiene sentido que se establezca que en la actividad económica el hombre persiga su propio interés y que en la actividad política esto deba ser diferente. Sin embargo, no necesariamente debe tomarse como algo negativo, el egoísmo –que es una gran fuerza motivadora humana-, debe ser coordinado para que beneficie a todos los individuos de la relación colectiva, al igual que sucede con el mercado, de modo que resulte un juego de suma positiva en relación con la teoría de los juegos.
Ahora bien, aquí nos encontramos con el nudo del problema. Hemos visto que la libertad debía ser defendida como dogma, tal condición fue lo que permitió el desarrollo de la Sociedad Abierta –para utilizar el sentido que le da Karl Popper-. Esa libertad incluía necesariamente la económica, de lo contrario establecimos que no podía hablarse de libertad, ya que se la negaba si se la reconocía en ciertos ámbitos (por ejemplo civil o político) y se la rechazaba en otros (en el económico específicamente). Asimismo, consideramos que la modernidad estaba caracterizada por una fe ilimitada en la razón y que el grueso de la gente reclamaba que esta razón se aplique a los ordenes sociales para que sean mejores, más confortables, menos difíciles. Si se ha logrado una evolución científica y tecnológica como la actual ¿Por qué no aplicarla a la vida política y económica? Este reclamo popular de que se utilice la razón y se solucionen inmediatamente problemas económicos, políticos y sociales, resulta acrecentado exacerbadamente producto de la masificación de los medios. Los medios y el avance en la comunicación facilitan el conocimiento de situaciones económicas y políticas coyunturales y la gente presiona para que se superen las diferentes adversidades que surjan. En este mismo orden de ideas, los gobernantes se encuentran exigidos, viven en campaña permanente (según Morris) y deben buscar soluciones inmediatas para no descontentar a la población (no olvidemos que según Buchanan buscan la maximización de su utilidad), rara vez un político tomará una medida que lo torne impopular.
En este contexto, es difícil que un político no ceda frente a la presión popular. Esta exigencia implica que, ante eventuales dificultades económicas, la gente solicite que se haga uso de la razón en el ámbito económico ya que, como vimos, la mayoría tiene una fe ilimitada en ella. Así, los políticos aprovechan las dificultades económicas y debaten ideas intervencionistas, para ver cuál de ellas será mejor y logrará el fin propuesto. Sin embargo, desconocen que están afectando la libertad de los individuos en el mercado y que, también, la intervención generará múltiples efectos que la razón es incapaz de prever, como dijo Hayek.
De esta manera, en la situación actual del mundo, con una idea generalizada de que debe hacerse uso de la razón en el ámbito económico, los medios de comunicación e Internet y como consecuencia de ello la presión sobre los gobernantes, no son muy alentadoras las perspectivas. Pareciera ser que la economía de libre mercado, con las condiciones actuales, es muy difícil de sostener. Por el contrario, la creencia de que la razón gobernará mejor el mercado que la mano invisible de Adam Smith o el orden espontáneo de Hayek hará que los políticos demagogos, en búsqueda de su propio beneficio, intervengan arbitrariamente el mercado vulnerando la libertad de los agentes económicos, es decir, de todos los individuos.
Crisis económica internacional y elección en Estados Unidos
La crisis por las hipotecas subprime en Estados Unidos originó más que una crisis local una mundial de inmensas magnitudes, similar a la depresión de 1930. Acuerdo con los pensadores actuales de la Escuela Austriaca en que la crisis se produjo por la baja en la tasa de interés arbitraria que se realizó en 2001 en los Estados Unidos para evitar una recesión. Esta baja tasa de interés, que no era real, exacerbó el otorgamiento de créditos y se llegó a conceder hipotecas a millones de personas con dudosa solvencia. La posterior suba de tasa de interés llevó a que, como era previsible, numerosos deudores hipotecarios dejaran de pagar. Esto llevó a una crisis gigantesca ya que los acreedores vendían las hipotecas, y lo mismo hacían los compradores para minimizar riesgos[14].
Justo antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos se produjo tal vez el peor momento de la crisis, con la caída del banco Lehman Brothers. Fue una oportunidad para que los dos candidatos brindaran una respuesta sobre cómo enfrentar la crisis. Para sorpresa, o no, ninguno de los dos mencionó que la crisis se produjo por la baja arbitraria de la tasa de interés en el año 2001; por el contrario, coincidieron en que fue producto de la falta de regulación en Wall Street, es decir, le echaban la culpa a la libertad. Según ambos, la crisis se originó por la falta de regulación. En realidad, y para ser menos severos con ellos, era la respuesta que la gente esperaba. La gente no busca escuchar que el problema lo solucione únicamente el mercado y que se dejen caer los bancos que sean necesarios; la gente quiere escuchar que son lo suficientemente inteligentes como para que ‘su razón’ determine los orígenes de la crisis y lo solucione rápidamente. Seguramente que si alguno hubiese dicho que la solución no era regular sino dejar que la mano invisible o el orden espontáneo –es decir la libertad en el mercado-, solucionara la crisis, hubiera automáticamente bajado en las encuestas y perdido las elecciones. El origen de la crisis fue la intervención, y para solucionarla proponían más de lo mismo, más intervención; de este modo, lo único que hacen es generar una crisis posterior y que va a ser peor todavía. En este marco, llego el mega salvataje norteamericano.
Me pregunto, si el principal país del mundo, defensor de la libertad y del libre mercado, toma medidas intervencionistas y ninguno de los candidatos presidenciales las critica porque en ese caso bajarían en las encuestas –idea que se desprende de lo dicho por Dick Morris-, y perderían las elecciones –cosa que no harían según lo visto en the theory of public choice de Buchanan-, ¿Qué se puede esperar del resto del mundo? La respuesta no la tengo, es toda una incógnita y seguramente esto debe preocupar mucho.
Conclusión
A lo largo del trabajo desarrollé algunas de mis ideas, por ejemplo que el desarrollo económico logrado por las Sociedades Democráticas de países avanzados fue logrado gracias a la defensa de la libertad como dogma, y con ello el modelo de Estado Republicano Democrático y la economía de libre mercado. Sin embargo, traté de explicar que todos estos logros estaban en peligro por ciertas condiciones actuales como pueden ser el progreso científico que confía ilimitadamente en la razón y los medios de comunicación, así como Internet. Asimismo, vimos que los políticos no son ingenuos y buscan su propio beneficio, en consecuencia intentan suplir las demandas de la gente para ganar las elecciones, lo que peligrosamente puede hacer expandir la demagogia y el populismo. En este marco, el libre mercado corre peligro ya que nadie se atreve a defender la mano invisible o el orden espontáneo, precisamente porque no se puede prever cómo ni cuándo será la solución frente a un determinado problema económico.
Nunca debemos perder de vista que todo el progreso económico que hoy conocemos se lo debemos en parte a la libertad de mercado. Hoy se encuentra amenazada, incluso por parte del país que mejor la supo aprovechar y la defendió a ultranza. Es necesario retomar este ideal olvidado, demostrar que fue uno de los detonadores del desarrollo económico para que progresivamente no se vaya perdiendo la Sociedad Libre que hoy conocemos.
Para concluir, la democracia actual y futura nos plantea serias incógnitas. No sabemos bien hacia dónde nos dirigimos, pero parecería que no es el mejor de los caminos el que se está tomando. Las condiciones actuales democráticas parecerían insinuar que es incompatible con la economía de libre mercado. El poder absoluto de la voluntad mayoritaria parece querer regular el mercado. En todo caso, el tiempo dirá si la libertad efectivamente se perderá o si finalmente podrá salir victoriosa. A pesar de las dudas, tal vez sea conveniente que algunos de los que todavía creemos en la libertad de mercado la defendamos como principio dogmático que garantiza la libertad plena, ya que ella fue la que supo hacernos conocer la dignidad del individuo y el desarrollo económico.
Los motivos por los cuales me surgió la idea de escribir el presente trabajo son varios. En primer lugar, influyó todo el estudio que realizamos a lo largo del curso respecto de la democracia. De este tema, me llamó la atención principalmente la historia democrática, sus ideas y las tendencias. En segundo lugar, la crisis económica iniciada en Estados Unidos y que afectó la economía mundial, así como la elección en aquel país y las soluciones que presentaron los candidatos respecto de las posibles soluciones frente al problema.
Nos referiremos a las situaciones que permitieron el desarrollo económico de las sociedades libres del primer mundo y analizaremos las circunstancias actuales de aquellas situaciones. Debido a la extensión que tendrá el ensayo, partiremos de algunos presupuestos. De este modo, consideraremos que la ‘República Democrática’ tal como la concebimos hoy es un requisito fundamental para el desarrollo económico. Ningún país que no sea democrático puede tener un nivel económico que le permita ser considerado un país en situación de desarrollo, pero asimismo tampoco en proceso[1]. También, las sociedades libres defendieron precisamente la libertad como dogma, ello ayudó al desarrollo económico actual. Por último, partiremos de la base de que para el logro del desarrollo económico un país debe tener una economía de libre mercado; caso contrario, sólo será un país del tercer mundo[2].
Al final del trabajo, trataremos de responder la pregunta de si la democracia actual lleva a la destrucción del libre mercado que permitió el desarrollo económico.
Por tanto, comenzamos a referirnos a las situaciones que permitieron el desarrollo económico: la República Democrática, la libertad defendida como dogma y la economía de libre competencia.
La República Democrática moderna
Para poder partir del presupuesto de que una República Democrática es condición para el desarrollo económico, debemos definir qué entendemos por tal y cuáles son sus caracteres.
Así las cosas, la característica principal de la organización política que estamos tratando se debe a la combinación de dos formas de gobierno: la republicana y la democrática[3].
Varias son las particularidades de una república actualmente. En primer lugar, podríamos decir que tiene componentes aristocráticos, ya que los actos de gobierno no son realizados por todo el pueblo ni tampoco están concentrados en una sola persona. Sin embargo, a mi modo de ver, el sello característico de un gobierno republicano en la modernidad se lo debemos a Montesquieu. Considera él que el poder político no puede concentrarse en manos de una sola persona, ello si no desembocaría en una tiranía. La concentración del poder es mala por sí misma, no importa que el gobierno sea malo o bueno, corrupto o no corrupto; es decir, a diferencia de Aristóteles no hace una distinción entre gobiernos puros e impuros. El poder único es rechazado sin más[4].
Es importante destacar también la labor de Locke en la formación de la República actual, toda vez que defendía la libertad del individuo como dogma. En efecto, consideraba la existencia de ciertos derechos individuales que la decisión mayoritaria no podía vulnerar. Esos derechos individuales invulnerables eran los que el individuo quería proteger y a causa de ellos se firmaba el ‘contrato social’.
Ahora bien, ¿Por qué tanto Locke como Montesquieu querían un gobierno republicano y no uno estrictamente democrático, como por ejemplo sería el modelo ateniense o el propuesto por Rousseau? Una de las causas fue la mala experiencia ateniense. En efecto, si el gobierno es ejercido directamente por la población, y los actos de gobierno son decididos por la mayoría, no puede existir limitación en el gobierno, el poder sería único y absoluto pero en vez de ser ejercido por un solo hombre sería ejercido por la voluntad mayoritaria. En consecuencia, la característica principal de un gobierno republicano en la actualidad es que ‘divide’ el poder absoluto, lo desmembra, ni siquiera puede estar en manos de la mayoría; y todo eso para defender los derechos individuales, es decir, la libertad de los individuos.
Bien, respecto de la democracia contemporánea debemos decir que actualmente tiene una doble funcionalidad que la podemos clasificar del siguiente modo: una intra gobierno y otra extra gobierno. La primera abarca las relaciones que se producen dentro de un gobierno, e implica que las decisiones que se tomen dentro del poder político deben tomarse en forma democrática. Así por ejemplo, las decisiones que se adoptan dentro de una asamblea legislativa es producto de la decisión mayoritaria -más allá del modo en que se compute el voto mayoritario-. Por el contrario, la segunda función importa que los ciudadanos también eligen a sus representantes democráticamente; la decisión mayoritaria ubica a ciertas personas en los cargos de gobierno establecidos constitucionalmente.
Por eso podemos afirmar que la democracia es muy distinta a la democracia ateniense. En esta última, las dos funcionalidades diferentes no existían, ambas las realizaban los ciudadanos. La representación no existía, los individuos con derechos políticos directamente se reunían y adoptaban las diferentes decisiones de gobierno. Sin embargo, en la modernidad, tanto la cantidad de habitantes como el rechazo del poder absoluto más allá de que radique en la voluntad mayoritaria hizo que esta democracia sea representativa e indirecta, con las dos funciones antes mencionadas.
Los ingredientes republicanos y democráticos son recogidos por el constitucionalismo y sus principales características son: el principio divisorio del poder, la finalidad personalista en protección de la dignidad de la persona humana; la soberanía del pueblo (nadie puede gobernar a la comunidad por derecho propio); el imperio de la ley, entendido como la sujeción a normas de los gobernantes, no de acuerdo con su libre voluntad sino con el criterio de la sociedad; una supremacía constitucional; una rigidez constitucional; división funcional de los poderes constituidos; independencia del poder judicial; legalidad administrativa; control de la actividad de los órganos estatales (publicidad de sus actos); institucionalización de la oposición; designación por elección de los gobernantes, renovación periódica de sus cargos[5].
Vistas las características de la democracia y de la república, la combinación de ambas es lo que caracteriza la República Democrática actual que es necesaria para el desarrollo económico. Ahora bien, la pregunta que debemos realizarnos a esta altura es la siguiente: ¿Cuál es la función de esta República Democrática moderna? ¿Cuáles son los fundamentos por los cuales un Estado elige esta forma de gobierno? Principalmente para proteger la libertad individual. La idea de Locke fue realizada.[6] Actualmente, este es el valor supremo de las sociedades occidentales. Esta idea surge a partir del liberalismo clásico. El Estado nace para garantir la libertad de los individuos.
La libertad como dogma
Ahora bien, la libertad[7] fue defendida como dogma, esto es, aquello que no puede ser susceptible de discusión, de contra argumentos, no puede debatirse racionalmente. Esta es la idea de Friedrich Hayek, la cual yo comparto.
El liberalismo clásico fue criticado por ‘doctrinario’, sin embargo al idear al hombre libre, al defender la libertad como valor supremo y sin someterla a principios utilitarios permitió el desarrollo democrático y republicano y, consiguientemente, un desarrollo económico. En consecuencia, la libertad debe ser defendida como principio que no puede ser dejado de lado por circunstancias que sean convenientes. Asimismo, los principios son más efectivos como guía de comportamiento cuando son producto de predisposiciones no razonadas. Para dar un ejemplo, los ingleses lograron la libertad sin enunciarla como principio –y en ello se basaron Locke y Montesquieu para realizar sus respectivas obras-, sin embargo los franceses fueron sumamente principistas para lograr su revolución, y a pesar de eso no lograron una libertad tranquila sino mucho tiempo después y como consecuencia de crueles procesos.
Por ello, creo que la libertad conseguida en los países occidentales avanzados y más precisamente en los anglosajones, como Estados Unidos o Inglaterra, fue resultado de que se consideró como principio no susceptible de discusión racional.
Ahora bien, luego de lo explicado hasta ahora quiero formularme la siguiente pregunta para tratar de responder en el próximo subtítulo: ¿La libertad referida hasta ahora, incluye la libertad en el ámbito económico?
La libertad económica
Los derechos individuales que aseguran la libertad incluyen el derecho de propiedad; sin él es inviable el desarrollo de la libertad individual. En efecto, de lo contrario no se entendería porqué un individuo tiene derecho a expresar libremente sus ideas o a profesar un culto determinado y no tiene derecho a la posesión y adquisición de bienes y la transferencia de ellos sin la intervención del gobierno.
Bien, la libertad económica importa que cada individuo ejerza el derecho de propiedad según su propio criterio y fuera de todo tipo de intervención del poder estatal. El modelo de gobierno Republicano Democrático que defiende los derechos individuales y tiene como fin y valor supremo la protección de la libertad del individuo debe asegurar esta libertad económica mencionada; en caso contrario, el Estado no tendría como fin y valor supremo la defensa de la libertad del individuo, sino otros como podría ser que todas las personas tengan el mismo ingreso más allá de la actividad que desarrollen, etc. Estos fines del Estado pueden ser múltiples, pero en cuanto se tiene un fin distinto al de la libertad del individuo, inmediatamente se la niega y subordina a otro fin –como mínimo-. En este supuesto, la libertad ya deja de ser un principio defendido como dogma y se hace uso de ella en términos utilitarios, ya que se la deja de lado para la realización de otros fines propuestos por el Estado[8].
La economía de libre mercado
La libertad individual que hemos visto hasta el momento importa que el hombre tiene la oportunidad de decidir qué quiere para su vida, elige el camino de su destino y, a su vez, se responsabiliza de sus elecciones. Dice Hayek ‘...un orden basado en la libertad permite a todos los seres humanos dedicar sus personales conocimientos al logro de sus particulares fines, sin más restricción que la establecida por ciertas normas de comportamiento igualmente aplicables a toda la población’.[9] Por tanto, según el autor la libertad es aquella situación en la cual cada ser humano puede utilizar sus personales conocimientos en orden de plasmar sus propios objetivos. Asimismo, dijimos que esta libertad individual incluye la libertad económica; en consecuencia –y siguiendo la interpretación que estamos haciendo de Hayek-, importaría aplicar los personales conocimientos sin intervención estatal en la esfera económica.
Analizado lo precedente, debemos inferir que la libertad defendida como dogma, esto es, como valor supremo no susceptible de contra argumentación, deriva en un sistema económico de libre mercado. Esto significa que la actividad económica queda en manos de los particulares, ergo el Estado debe funcionar como garante de esa libertad y cualquier intervención que haga sobre el mercado es una afectación de aquélla. Nuevamente, no es concebible un Estado que tenga como fin la protección de la libertad individual y que sostenga una economía dirigida con restricción de la participación de los individuos en el mercado. Dijo Alberdi que ‘Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos esperan una cosa que es contraria a la naturaleza. Por la naturaleza de las cosas, cada hombre tiene el encargo providencial de su propio bienestar y progreso, porque nadie puede amar el engrandecimiento de otro como el suyo propio; no hay medio más poderoso y eficaz de hacer la grandeza del cuerpo social que dejar a cada uno de sus miembros individuales el cuidado y poder pleno de labrar su personal engrandecimiento’.[10]
A mi modo de ver, toda vez que un Estado impida el sistema económico de libre mercado estaríamos en presencia de un Estado autoritario. Es cierto que es difícil encontrar extremos, más bien en la realidad suelen darse dosis graduales de un Estado planificador de la economía o uno que no interviene, pero depende del extremo al que se acerque estaremos en presencia de un Estado más o menos libre o autoritario.
Finalmente, podemos hacer un breve resumen de lo explicado hasta ahora. Hicimos mención de los elementos que permitieron el desarrollo económico de las Sociedades Libres del primer mundo y explicamos sus características, estos elementos son el Estado Republicano Democrático, la libertad como dogma y la economía de libre mercado. A partir de ahora, hablaremos sobre ciertos aspectos que se presentan en el mundo actual y que ponen en peligro los elementos que, según habíamos visto, permitieron el desarrollo.
La fe ilimitada en la razón
La actualidad se caracteriza por un avance científico y tecnológico que logra suplir la mayor cantidad de problemas y necesidades de la gente. Medicamentos para enfrentar enfermedades, aparatos que ayudan en la labor doméstica, medios de transporte con los cuales las distancias enormes quedan reducidas a un par de horas, comodidades, medios de comunicación que permiten saber lo que está sucediendo en los lugares más remotos de la tierra, etc. La ciencia hizo que el hombre se fiara ciegamente de la razón. Hoy por hoy, la mayoría de la gente cree que todo tiene o debe tener solución, sólo basta hacer uso de la razón, ‘pensar’ la dificultad de determinado problema y, así, hallar la respectiva superación de la adversidad.
Esta idea fue trasladada al orden social. Frente a problemas de pobreza, recesión económica, etc.; la gente considera que tales conflictos deben tener una solución. En efecto, se piensa, ¿Por qué se produjo este problema económico? Y se contesta que fue debido a que quien tiene las riendas del poder no pensó lo suficiente como para prever lo sucedido. La gente se pregunta ¿Cómo es posible que frente a tanto progreso científico, tecnológico y conocimiento en general, no se pueda diseñar un orden social, político y económico justo? La respuesta es desalentadora ya que hay cosas que la razón no puede solucionar.
La utilización de la razón en el mercado (intervencionismo)
Esta fe en la razón mencionada anteriormente obliga a que la gente se impaciente frente a determinadas dificultades económicas. Ello presiona para que se utilice la razón en el mercado, es decir, que se adopten medidas intervencionistas que tiendan a determinado fin en la economía. Esta solución parece políticamente correcta, de hecho parecería ser bondadosa toda vez que permitiría que se salven las dificultades económicas que padece la gente. Sin embargo, se olvida que esta intervención afecta la libertad defendida como dogma. La intervención en el mercado, fuere del tipo que fuere, vulnera la libertad, la restringe.
Además del efecto nocivo a la libertad, es decir, la violación del principio como dogma, la intervención produce una distorsión del mercado. De hecho, una medida que el Estado introduzca en el mercado seguramente podrá lograr el efecto deseado o el fin propuesto, pero originará una serie de circunstancias que fueron imprevisibles (por resultar imposible) para la razón. Por tanto, una intervención lo único que generará es un empeoramiento de la situación, y eso hará que se necesiten adoptar más medidas intervensionistas para solucionar tal empeoramiento. De este modo, se ingresa a un círculo vicioso difícil de detener y, que en caso de seguir, producirá la progresiva pérdida de la libertad y la conversión de sociedades democráticas en autoritarias –al menos restringiendo la libertad económica, pero esto por sí solo impide de hecho la libertad y su defensa como dogma-.
La fe en la razón hace olvidar que el mercado se trata de un orden espontáneo, que no puede ser regulado a voluntad. Se caracteriza porque su ‘orden’ es autogenerado gracias a la libertad de los individuos, ellos con sus actos son los mejores reguladores del mercado, esta es la mano invisible de la que habla Adam Smith. En este sentido, Hayek considera que la teoría del orden espontáneo tiene una dificultad, que no es otra que convencer a la gente. ¿A qué se debe? A que por ejemplo, un economista que defiende la idea del libre juego de las correspondientes fuerzas sociales, no puede predecir en qué forma se desarrollarán los correspondientes procesos. Y eso, el hombre moderno no lo puede aceptar, quiere que todo sea fácilmente predecible y cognoscible, que se pueda dar una respuesta racional. De nuevo, la ciencia puede explicar cómo es el funcionamiento de determinado orden espontáneo (mercado), pero no se puede aseverar cuál será el comportamiento futuro. El problema, entonces, radica en la imposibilidad de la predicción[11].
La democracia electrónica y la teoría del public choice
Me parecen interesantes algunas de las ideas planteadas por Dick Morris en su libro ‘El nuevo príncipe’. Una de las afirmaciones que realiza es que la democracia indirecta y representativa que actualmente conocemos está experimentando un profundo cambio hacia una democracia directa al estilo ateniense. Este fenómeno se comprueba por dos circunstancias: las encuestas de opinión y las consultas populares[12]. Si bien discrepo con el autor en que se llegará a la democracia estilo ateniense gracias a Internet; lo que me parece verdadero y llama la atención es que el poder de maniobra de los gobernantes en la actualidad es muy reducido. El desarrollo fenomenal que se produjo en las comunicaciones hace que la presión popular obligue constantemente al gobernante a buscar soluciones para los problemas cotidianos. Ya no le basta a los políticos ganar una elección para poder gobernar; en los hechos, deben someterse a elección diariamente para no perder popularidad y generar rechazo en la población. Dick Morris dice que en la actualidad los presidentes están en campaña permanente[13].
En este sentido, también me parece importante the theory of public choice elaborada por James Buchanan. La teoría dice que la actividad económica es análoga a la política, toda vez que tanto el agente económico como el político son maximizadores de sus utilidades. El agente político, al igual que el económico, es egoísta y busca su propio beneficio en la toma de decisiones colectivas. Según Buchanan, no tiene sentido que se establezca que en la actividad económica el hombre persiga su propio interés y que en la actividad política esto deba ser diferente. Sin embargo, no necesariamente debe tomarse como algo negativo, el egoísmo –que es una gran fuerza motivadora humana-, debe ser coordinado para que beneficie a todos los individuos de la relación colectiva, al igual que sucede con el mercado, de modo que resulte un juego de suma positiva en relación con la teoría de los juegos.
Ahora bien, aquí nos encontramos con el nudo del problema. Hemos visto que la libertad debía ser defendida como dogma, tal condición fue lo que permitió el desarrollo de la Sociedad Abierta –para utilizar el sentido que le da Karl Popper-. Esa libertad incluía necesariamente la económica, de lo contrario establecimos que no podía hablarse de libertad, ya que se la negaba si se la reconocía en ciertos ámbitos (por ejemplo civil o político) y se la rechazaba en otros (en el económico específicamente). Asimismo, consideramos que la modernidad estaba caracterizada por una fe ilimitada en la razón y que el grueso de la gente reclamaba que esta razón se aplique a los ordenes sociales para que sean mejores, más confortables, menos difíciles. Si se ha logrado una evolución científica y tecnológica como la actual ¿Por qué no aplicarla a la vida política y económica? Este reclamo popular de que se utilice la razón y se solucionen inmediatamente problemas económicos, políticos y sociales, resulta acrecentado exacerbadamente producto de la masificación de los medios. Los medios y el avance en la comunicación facilitan el conocimiento de situaciones económicas y políticas coyunturales y la gente presiona para que se superen las diferentes adversidades que surjan. En este mismo orden de ideas, los gobernantes se encuentran exigidos, viven en campaña permanente (según Morris) y deben buscar soluciones inmediatas para no descontentar a la población (no olvidemos que según Buchanan buscan la maximización de su utilidad), rara vez un político tomará una medida que lo torne impopular.
En este contexto, es difícil que un político no ceda frente a la presión popular. Esta exigencia implica que, ante eventuales dificultades económicas, la gente solicite que se haga uso de la razón en el ámbito económico ya que, como vimos, la mayoría tiene una fe ilimitada en ella. Así, los políticos aprovechan las dificultades económicas y debaten ideas intervencionistas, para ver cuál de ellas será mejor y logrará el fin propuesto. Sin embargo, desconocen que están afectando la libertad de los individuos en el mercado y que, también, la intervención generará múltiples efectos que la razón es incapaz de prever, como dijo Hayek.
De esta manera, en la situación actual del mundo, con una idea generalizada de que debe hacerse uso de la razón en el ámbito económico, los medios de comunicación e Internet y como consecuencia de ello la presión sobre los gobernantes, no son muy alentadoras las perspectivas. Pareciera ser que la economía de libre mercado, con las condiciones actuales, es muy difícil de sostener. Por el contrario, la creencia de que la razón gobernará mejor el mercado que la mano invisible de Adam Smith o el orden espontáneo de Hayek hará que los políticos demagogos, en búsqueda de su propio beneficio, intervengan arbitrariamente el mercado vulnerando la libertad de los agentes económicos, es decir, de todos los individuos.
Crisis económica internacional y elección en Estados Unidos
La crisis por las hipotecas subprime en Estados Unidos originó más que una crisis local una mundial de inmensas magnitudes, similar a la depresión de 1930. Acuerdo con los pensadores actuales de la Escuela Austriaca en que la crisis se produjo por la baja en la tasa de interés arbitraria que se realizó en 2001 en los Estados Unidos para evitar una recesión. Esta baja tasa de interés, que no era real, exacerbó el otorgamiento de créditos y se llegó a conceder hipotecas a millones de personas con dudosa solvencia. La posterior suba de tasa de interés llevó a que, como era previsible, numerosos deudores hipotecarios dejaran de pagar. Esto llevó a una crisis gigantesca ya que los acreedores vendían las hipotecas, y lo mismo hacían los compradores para minimizar riesgos[14].
Justo antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos se produjo tal vez el peor momento de la crisis, con la caída del banco Lehman Brothers. Fue una oportunidad para que los dos candidatos brindaran una respuesta sobre cómo enfrentar la crisis. Para sorpresa, o no, ninguno de los dos mencionó que la crisis se produjo por la baja arbitraria de la tasa de interés en el año 2001; por el contrario, coincidieron en que fue producto de la falta de regulación en Wall Street, es decir, le echaban la culpa a la libertad. Según ambos, la crisis se originó por la falta de regulación. En realidad, y para ser menos severos con ellos, era la respuesta que la gente esperaba. La gente no busca escuchar que el problema lo solucione únicamente el mercado y que se dejen caer los bancos que sean necesarios; la gente quiere escuchar que son lo suficientemente inteligentes como para que ‘su razón’ determine los orígenes de la crisis y lo solucione rápidamente. Seguramente que si alguno hubiese dicho que la solución no era regular sino dejar que la mano invisible o el orden espontáneo –es decir la libertad en el mercado-, solucionara la crisis, hubiera automáticamente bajado en las encuestas y perdido las elecciones. El origen de la crisis fue la intervención, y para solucionarla proponían más de lo mismo, más intervención; de este modo, lo único que hacen es generar una crisis posterior y que va a ser peor todavía. En este marco, llego el mega salvataje norteamericano.
Me pregunto, si el principal país del mundo, defensor de la libertad y del libre mercado, toma medidas intervencionistas y ninguno de los candidatos presidenciales las critica porque en ese caso bajarían en las encuestas –idea que se desprende de lo dicho por Dick Morris-, y perderían las elecciones –cosa que no harían según lo visto en the theory of public choice de Buchanan-, ¿Qué se puede esperar del resto del mundo? La respuesta no la tengo, es toda una incógnita y seguramente esto debe preocupar mucho.
Conclusión
A lo largo del trabajo desarrollé algunas de mis ideas, por ejemplo que el desarrollo económico logrado por las Sociedades Democráticas de países avanzados fue logrado gracias a la defensa de la libertad como dogma, y con ello el modelo de Estado Republicano Democrático y la economía de libre mercado. Sin embargo, traté de explicar que todos estos logros estaban en peligro por ciertas condiciones actuales como pueden ser el progreso científico que confía ilimitadamente en la razón y los medios de comunicación, así como Internet. Asimismo, vimos que los políticos no son ingenuos y buscan su propio beneficio, en consecuencia intentan suplir las demandas de la gente para ganar las elecciones, lo que peligrosamente puede hacer expandir la demagogia y el populismo. En este marco, el libre mercado corre peligro ya que nadie se atreve a defender la mano invisible o el orden espontáneo, precisamente porque no se puede prever cómo ni cuándo será la solución frente a un determinado problema económico.
Nunca debemos perder de vista que todo el progreso económico que hoy conocemos se lo debemos en parte a la libertad de mercado. Hoy se encuentra amenazada, incluso por parte del país que mejor la supo aprovechar y la defendió a ultranza. Es necesario retomar este ideal olvidado, demostrar que fue uno de los detonadores del desarrollo económico para que progresivamente no se vaya perdiendo la Sociedad Libre que hoy conocemos.
Para concluir, la democracia actual y futura nos plantea serias incógnitas. No sabemos bien hacia dónde nos dirigimos, pero parecería que no es el mejor de los caminos el que se está tomando. Las condiciones actuales democráticas parecerían insinuar que es incompatible con la economía de libre mercado. El poder absoluto de la voluntad mayoritaria parece querer regular el mercado. En todo caso, el tiempo dirá si la libertad efectivamente se perderá o si finalmente podrá salir victoriosa. A pesar de las dudas, tal vez sea conveniente que algunos de los que todavía creemos en la libertad de mercado la defendamos como principio dogmático que garantiza la libertad plena, ya que ella fue la que supo hacernos conocer la dignidad del individuo y el desarrollo económico.
BIBLIOGRAFÍA:
· Alberdi, Juan Bautista. Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina. 4ta ed. Buenos Aires : Plus Ultra, 1981. 332 p.
· García Hamilton, José Ignacio. Por qué crecen los países. 2da ed. Buenos Aires : Sudamericana, 2006. 256 p. (Ensayo)
· Grondona, Mariano. Bajo el imperio de las ideas morales. 3ra ed. Buenos Aires : Debolsillo, 2004. 270 p. (Ensayo)
· López, Mario Justo. Manual de derecho político. 2da ed. Buenos Aires : Depalma, 1994. 474 p.
· Morris, Dick. El nuevo príncipe. 1ra ed. Buenos Aires : El ateneo, 2002.
· Montaner, Carlos Alberto. La libertad y sus enemigos. 1ª ed. Buenos Aires : Sudamericana, 2005. 320 p. (Ensayo)
· Buchanan, J. “De las preferencias privadas a una filosofía del sector público” (1978), Revista del Centro de Estudios Públicos Nª 1.
· Bidart Campos, German J. Manual de la Constitución Reformada. 3ra ed. Buenos Aires: Ediar, 2001. Tomos I, II y III.
· Oppenheimer, Andrés. Cuentos Chinos: el engaño de Washington, la mentira populista y la esperanza de América Latina. 1ª ed. Buenos Aires : Sudamericana, 2005. 352 p (investigación periodística).
· Maquiavelo, Nicolás. El príncipe. 3ra ed. Buenos Aires : Quadrata, 2004. 160 p. (Estroboscopia)
· García Hamilton, José Ignacio. El autoritarismo y la improductividad. 1ª ed. Buenos Aires : De Bolsillo, 2002. 331 p. (Ensayo)
· Hayek, Friedrich A. Derecho, legislación y libertad. 2da ed. Madrid : Unión Editorial, 1985.
· Smith, Adam. The theory of Moral Sentiments (1759) y An Inquirí into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (1774), en Tamara Avetikian Bosaans, “Selección de escritos de Adam Smith” (1987) Revista del Centro de Estudios Públicos Nª 26,
[1] Para esta clasificación, hago uso de la realizada por el Dr. Mariano Grondona en sus manuscritos utilizados en la materia.
[2] Para ello me baso en la ‘realidad empírica’ ya que los países más avanzados del mundo tienen una economía de libre mercado: Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Suiza, etc. Por el contrario, países que son comunistas o sumamente intervensionistas tienen niveles de pobreza inmensos que los ubican en el ‘tercer mundo’: Cuba, la Corea Comunista, Venezuela, Bolivia.
[3] Para esto que acabo de decir, me baso en la clasificación cuantitativa de las formas de gobierno de Aristóteles: gobierno de la mayoría, pocos o de uno solo.
[4] Tal es la influencia de este pensamiento de Montesquieu que nuestra Constitución Nacional en nuestro art. 29 reza: ‘El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o la fortuna de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna...’
[5] López, Mario Justo. Manual de derecho político. 2da ed. Buenos Aires : Depalma, 1994. 474 p.
[6] Si bien debemos aclarar que la inspiración de la obra de Locke fue el modelo inglés. En ese país creo que la limitación del poder absoluto y la protección de la libertad individual fue producto del surgimiento de un orden espontáneo, en los términos de Hayek. Yendo más al pensamiento de Locke, él fue un contractualista y consideró que los individuos se ponen de acuerdo y pactan formar un Contrato Social que de surgimiento al Estado y que garantice las libertades del individuo. De algún modo, esto pone fin al estado de anarquía previo a la firma del contrato. El poder estatal de Locke es limitado, debe respetar a los individuos a pesar de la decisión mayoritaria; por ello es que creo que en este modelo de estado se basan los pensadores del liberalismo clásico. Asimismo, se diferencia de Rousseau y Hobbes, ya que ellos entregaban la suma del poder público si bien se diferenciaban en cuanto a quién le entregaban tal poder (Rousseau a la voluntad mayoritaria y Hobbes a la voluntad de una sola persona).
[7] Cuando me refiero a esta libertad lo hago teniendo en cuenta los derechos individuales defendidos por Locke, es decir, aquello que defiende el modelo ‘republicano democrático’ anteriormente mencionado.
[8] Interpreto que en este último supuesto, en donde el Estado surge con un fin distinto a la preservación de la libertad del individuo, estaríamos en presencia de un orden deliberado según Hayek.
[9] Hayek, Friedrich A. Derecho, legislación y libertad. 2da ed. Madrid : Unión Editorial, 1985. p.109
[10] Tal fragmento corresponde al discurso ‘La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual’, realizado en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, el 24 de mayo de 1880.
[11] Hayek, Friedrich A. Op. Cit. P.124.
[12] La reforma constitucional argentina de 1994 incluyó dos formas semidirectas de participación: la iniciativa popular y la consulta popular, en los arts. 39 y 40 respectivamente.
[13] Maquiavelo decía que en política es mejor aparentar que realmente ser. Efectivamente con las encuestas de opinión, los gobernantes necesariamente deben aparentar. Estamos en condición de afirmar que esta acción (presión popular) y contra reacción (apariencia política) pueden ser peligrosas.
[14] Esta es la explicación que realiza el Instituto Juan de Mariana basándose en la Escuela Austriaca. Para una información acabada de la crisis subprime en Estados Unidos, véase: Instituto Juan de Mariana (España). Observatorio de coyuntura económica – boletines [en linea]. <http://www.juandemariana.org/boletines/99/> (Consulta: 01. Oct. 2008)


2 comentarios:
Doctor: Repasando un poco la nota y -aun mas impactante- leyendo el titulo de la misma, la encuentro muy centrada, es lo mas objetivo que lei del blog (donde obviamente es subjetividad pura, se trata de opiniones), pero no pude aguantarme las ganas de decirte que el libre mercado murió y eso lo descubrió Nash (si recordas las clases de Analisis Economico de mucho no va a servir, vas a tener que ir mas alla. Te recomiendo que leas el primer capitulo de "Hitler Ganó la Guerra" de Walter Graziano) pero por diferentes motivos aun hoy en las grandes universidades se sigue enseñando Adam Smith y la teoria de la fisiocracia, como que el libre mercado es lo mejor y algo impoluto. La economía no es estática, como si lo son las teorias. Nash demostró que no sirve que todos corramos detras de la misma zanahoria compitiendo el uno contra el otro, siendo más eficaz la cooperación para el desarrollo como sociedad. A opinión personal, el desarrollo tuyo va a repercutir en mi desarrollo tambien, porque de nada sirve intentar superarte a vos si antes no lo hago conmigo mismo. Espero tus comentarios al respecto. Un Abrazo.
Doctor Cerati: Cómo anda?? Me alegro y te agradezco mucho que hayas visitado el blog y leído. Mucho más comentado.
Respecto de lo de Nash es absolutamente cierto. Es mejor la cooperación que una competencia descarnada. Sin embargo, el problema tal vez sea en determinar en qué debemos cooperar. Yo creo que la cooperación es 'indispensable' para el funcionamiento de una economía de libre mercado. Y nuevamente, tenemos que acordar en qué cooperar (no matarnos, respetar la constitución, que haya un gobierno democrático y republicano, etc.).
Respecto de las enseñanzas en las universidades, creo que deberían enseñarse todos los autores económicos: Marx, Smith, Keynes, etc. Cada alumno debería pensar y elegir cuál es el mejor modelo económico. Sin embargo, disiento con vos en este aspecto. No se enseña tanto Smith (libre mercado) como Keynes (intervencionista). De hecho, te cuento que en la biblioteca de la UBA de ciencias económicas podés alquilar miles de libros de Keynes. Sin embargo, autores como Hayek, o Mises (que yo ni los conocía) no existen, de hecho no se enseña casi nada de ellos. Por ser liberales se los demoniza. Es muy interesante este dato. Te fijaste que nunca nos hablaron de Mises y Hayek en la universidad? Sin embargo, escuchamos hablar de Keynes. En fin...
Te mando un abrazo, y nos tenemos que encontrar un día de estos.
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