miércoles, 23 de julio de 2008

Error histórico de un gobierno

Desde el 11 de marzo al 17 de julio (128 días) se vivió un proceso que cambió el panorama argentino en 180°. Si bien no es preciso decir que con la votación de anoche del Senado, que rechazó la ratificación de la resolución 125, se solucionó el conflicto con el campo, considero que es el momento exacto en el que se puede afirmar sin dudas la herida que sufrió el gobierno. Peor aún, el voto desempate de Cobos fue la frutilla del postre -como diríamos en términos cotidianos-.
Antes del 11 de marzo no vivíamos en un paraíso terrenal, de hecho había situaciones económicas que demostraban que el país no iba para nada bien. Pero había algo que no se dudaba, hasta el momento no había crisis de gobernabilidad, una crisis política. Incluso la presidenta gozaba de una buena imagen por parte de la sociedad. Muchos temíamos que las medidas políticas dirigidas a la concentración del poder hicieran que Kirchner y Cristina se sucedieran reiteradamente en sus cargos y de esa manera vulneraran la alternancia en los cargos de gobierno establecida por la Constitución, y así degradar la institucionalidad y el desarrollo del país.
A su vez, la oposición -pese a sus esfuerzos-, no lograba hacerle tomar conciencia a la población de la degradación constitucional, del creciente autoritarismo y exceso de poder. Como si fuera poco, el Congreso de la Nación no era más que una escribanía en la cual se ratificaban o creaban las leyes que el Poder Ejecutivo necesitara.
En conclusión, los Kirchner acumulaban poder, la oposición no lograba poner un límite y la posibilidad de la reelección indefinida del matrimonio era una posibilidad real. La Argentina podía convertirse en una tiranía al estilo de Venezuela, y eso frente a la pasividad de una sociedad que no reaccionaba.
En ese contexto, podíamos preguntarnos ¿Cómo frenar tanto poder? ¿Cómo hacerle entender a la población la necesidad de ponerle un coto al gobierno? La respuesta no se encontraba, la oposición era incapaz de cumplir con su trabajo. Pero la solución a los interrogantes la dio el propio gobierno con la resolución del 11 de marzo y toda la conducta que realizó posteriormente. De hecho, para los Kirchner no hubo mejor oposición que ellos mismo. Se caen de maduro; ante el primer conflicto en 5 años de gobierno perdieron casi toda la buena imagen y el apoyo de gran parte de la sociedad.
Ante la conducta asumida en 128 días de conflicto, el gobierno o bien tiene una total falta de conocimiento de cómo gestionar el destino del país o bien quien elige los métodos a seguir (Kirchner) tiene una falta de cordura severa para ser presidente. Porque cualquier político coherente no habría llevado a límites inimaginables de división del país, de enfrentamiento, de violencia e instaurar una crisis de gobernabilidad totalmente innecesaria. Néstor con sus actos llevó a la premisa de que o bien se aprobaba la resolución 125, se elegía la continuidad del modelo, la redistribución del ingreso, la ayuda a los más pobres; o si no, se elegía el rechazo de la misma, se elegía el golpismo, la inestabilidad, la explotación de los más pobres, la renta extraordinaria de los más poderosos en desmedro del resto de la población. Me pregunto, ¿Era necesario poner el conflicto en estos términos? ¿Era justo que el gobierno salga tan herido por una resolución, generando una crisis que asusta? ¿Es necesario que se dividiera la sociedad generando la violencia, el odio y el rencor que ello genera? Asimismo, Kirchner nuevamente llevó al centro de la escena -y probablemente al nivel más crudo de su gestión-, la idea de que si no se pensaba como ellos respecto de las retenciones móviles se era un ‘gorila desestabilizador’.
Por suerte, la irresponsabilidad del gobierno esta vez produjo una reacción en la sociedad. La mala imagen que tiene la población no solo se debe a que se rechazan los impuestos que sean confiscatorios, sino que -principalmente-, es como consecuencia de que la gente no quiere un gobierno autoritario, tirano, que vulnere la Constitución y las instituciones, que enfrente a la sociedad e intente generar rencor, odio y violencia dentro de ella.
Finalmente, me alegro de la actitud democrática de la gente, de la reacción, de darse cuenta de que estábamos perdiendo la República si no hacíamos nada. Y me alegro también de que todo lo que no pudo hacer la oposición para hacerle entender a la sociedad, lo pudo hacer el Kirchnerismo con su amateurismo o con su grado de locura.

martes, 22 de julio de 2008

¿Si le va bien al gobierno le va bien al país?

Esta vez quiero escribir sobre algo que escucho a menudo y no hace más que ofuscarme. Este domingo escuche al gobernador de San Luis (Alberto Rodríguez Saá) decir que quería que le vaya bien al gobierno, porque si le va bien le iría bien a la Argentina. Numerosas veces escuché decir a miembros de la oposición decir eso. Me parece que es una premisa totalmente falsa. A continuación daré mis razones.
¿Cuál es la razón por la que lo dicen? Muchos hombres de la oposición creen demostrar con esa frase que lo que no quieren es poner palos en la rueda, sino por el contrario contribuir a que la Argentina esté bien. No creo que esto sea falso, lo que me parece absolutamente errado y decepcionante es que deseen que al gobierno le vaya bien, para que de ese modo al país le vaya bien.
En primer lugar, creo que es distinto el gobierno que el país, la sociedad o el pueblo. No se puede asimilar al gobierno con la Argentina. De hecho, hay momentos en los cuales pueden tener fines diferentes. En ese sentido, al decir lo que dicen personas de la oposición están asimilando al gobierno con el país, ‘si a uno le va bien, al otro le va bien’, están equiparando los objetivos de uno y otro, los fines, los intereses.
Así las cosas, el gobierno puede tener como interés u objetivo realizar una buena gestión, tener altos índices de popularidad, ganar una elección, hacer cosas por el país que a su juicio resulten buenas, etc. Por el contrario, la Nación tiene como objetivos lograr el bienestar general, el desarrollo económico, el ejercicio de las libertades constitucionales, el respeto del Estado de Derecho, etc. Por ello, creo que lo que deberían decir los opositores es lo siguiente: ‘Si al país le va bien, al gobierno le va bien’, ya que tranquilamente puede ‘irle mal al país, pero bien al gobierno’, como de hecho se produjo hasta el momento anterior al 11 de marzo de 2008. Ello porque como vimos, no es lo mismo el gobierno que el país, y entre ellos puede haber fines, objetivos e intereses diferentes.
Esta fue mi leve explicación, en la cual no deseo extenderme, sino que quería mostrar la errónea conclusión a la que llegan algunos opositores, debido a unas falsas premisas que bordean el autoritarismo al estilo Luis XIV, confundiendo -o igualando-, al gobernante de turno con el Estado.

lunes, 9 de junio de 2008

LOS VAIVENES Y LA VIDA POLITICA

No resultan extrañas a los argentinos dos premisas clásicas que se vienen repitiendo en nuestra historia, cada diez años: 1- tenemos una crisis económica y política; 2- varía el régimen pendular argentino, que importa que durante una década tenemos un sistema político y económico y, a la década siguiente, tenemos el sistema opuesto.
Luego de los explicado en el artículo anterior, puedo afirmar que no me equivoqué cuando dije que había un antes y un después del conflicto con el campo y que, a partir del mismo, nuevos actores sociales iban a revelarse contra el gobierno.
De hecho, en nuestra Argentina panquequera, donde un día amamos a un líder, al día siguiente lo odiamos, donde todos somos menemistas, donde luego somos todos antimenemistas, donde todos ‘eran’ kirchneristas, donde ahora ‘no lo son tanto’, etc; irán apareciendo personas que antes permanecían en el más callado de los silencios mientras pasaban cosas desastrosas en la Argentina, pero que se han dado cuenta de que la única manera de permanecer con ‘vida política’ es enfrentar al gobierno. En realidad, no le veo mucha fuerza al kirchnerismo: el péndulo estuvo en un lado pero su movimiento natural es ir hacia el otro. Por eso, ciertos dirigentes se anticiparán y aprovecharán la baja en la popularidad que sufrió Cristina, y comenzarán a criticarla como si lo hubiesen hecho desde el inicio de la gestión K, pero sólo para sacar un rédito político.
Creo que el conflicto del campo, y la necedad del gobierno para encontrar una rápida solución, no sólo produjeron una disminución en la popularidad, sino que alentaron el movimiento del péndulo y tal movimiento será difícil de detener, menos en el contexto panquequero mencionado. Con el pasar del tiempo irán en aumento las personas que se animen a la crítica y que quieran anticiparse a los beneficios del ‘próximo tiempo’, que -por cierto-, todavía no se sabe cuál será.
Mi única recomendación: este gobierno es pésimo, divide a la sociedad, incita a la violencia y al pensamiento único, no respeta la República Democrática ni la Constitución; pero que ello no nos haga olvidar que debemos ser prudentes y evitar que la Argentina siga siendo un país de corto plazo y poco fiable. En consecuencia, no vayamos al otro lado del péndulo con tanta pasión como ejercitamos los argentinos, detengamos el movimiento del péndulo para que quede en el centro y la Argentina pueda pensar en un progreso económico, social y político que nos saque del tercer mundismo y nos coloque en competencia con los países más avanzados, tal como el modelo chileno.
Las dos premisas clásicas argentinas que mencioné en el primer párrafo están dando indicios de que ya se están produciendo ¡Cuidado!

domingo, 11 de mayo de 2008

PANORAMA POLITICO

En esta ocasión, escribo para comentar cuál es mi pensamiento sobre el futuro argentino. Tengo algunas impresiones y, probablemente, escribir en este blog me dará la oportunidad de corroborar en un par de meses si mi pronóstico fue acertado o completamente erróneo. Es un lindo juego, ya que puedo hacerlo por placer y no por dinero. Si en el futuro lo hago por dinero, tendré menos margen de maniobra y error, lo que me obligará a realizar un trabajo mucho más pormenorizado y analizado. Pero por el momento, esta es mi impresión.
Bien, creo que el conflicto del campo suscitó el primer problema político de importancia del gobierno. ¿Por qué considero que es el primero, y no otros como el caso Skanska, la valija de U$S 800.000, la plata en el baño de la ministra Miceli? Porque es la primera ocasión en que un sector se alza contra las políticas prepotentes, soberbias y hegemónicas del ejecutivo. Y cuando hablo de un alzamiento, significa de una gran importancia, una voz que se hizo escuchar y un acompañamiento de otros sectores -que si bien no son del campo-, se solidarizaron y reclamaron un ‘stop’ en la forma de hacer política.
No me cabe la menor duda de que este conflicto animará a muchos otros sectores de la población a solicitar que su ‘voz sea escuchada’, que no sean ignorados, que reclamen que ellos también son parte del ‘pueblo’. Por eso mismo, creo que el gobierno cometió un gran error al no arreglar la situación con los sectores rurales durante el plazo de 30 días que duró la tregua. Nuestra presidente no sabe cómo solucionar este error, sabe que de la solución de esta disputa dependen las políticas que vayan a implementar en el futuro. Ésa es la razón por la cual el gobierno no quiere negociar con el campo (lo que implica una retroactividad en las retenciones), ya que si lo hace demostraría un signo de debilidad y eso animaría a otros sectores a ‘levantarse’.Lo que no comprende Cristina Fernández es que la falta de arreglo importa la tensión con unos de los sectores más importantes de nuestro país, lo que haría que muchos otros sectores ya disconformes se sumen y ello pueda producir una explosión social.
En consecuencia, ya sea que se de un escenario u otro, la política K no será tan fácil de implementar, salvo con los riesgos de división, enfrentamiento y encono de nuestra sociedad.
Por otra parte, analizando los cinco años de gobierno del matrimonio Kirchner considero que jamás, en ningún momento, demostrarán debilidad ante la opinión pública. Así es que resulta improbable un acuerdo como el que el campo pretende (reducción de las retenciones). Y si hay acuerdo, no será retrotrayendo la situación al estado anterior al que se dispusieron las retenciones móviles, si no que habrá otro tipo de acuerdo que no demuestre que el gobierno se equivocó y, en definitiva, terminará siendo mucho más costoso para las arcas del Estado.
En este contexto, creo que el futuro argentino nos encontrará con severas disputas políticas, con un gobierno sordo, autista, encerrado en sí mismo, que tratará de imponer sus políticas de modo autoritario, demagógico, produciendo un encono y odio innecesarios en nuestra democracia política. Así es que esta situación de tensión política generará una tensión económica, máxime cuando la inflación está creciendo desmesuradamente y afecta -mayormente-, a los sectores de menores recursos. También se producirá inseguridad jurídica, falta de previsibilidad, lo que indudablemente afectará la inversión y con ello será todavía más difícil de combatir la inflación. Toda esta tensión producirá descontento social, una crispación en nuestros ciudadanos que hará que busquen un líder pacífico, que atenúe los ánimos, que traiga estabilidad política y económica. Por eso, considero que la oposición debe estar pensando en este futuro y tratar de brindar una respuesta a él. Salvo que intenten dejar el gobierno en personas que practican la maldad apasionadamente para conseguir más y más poder.

viernes, 18 de abril de 2008

Combatiendo al capital


Lo primero que debemos comenzar a explicar es qué son las retenciones móviles, que tanto conflicto dieron en el último tiempo. Este tipo de retenciones son aquellas que varían de acuerdo con el precio internacional del commoditie que se trate. De este modo, a mayor precio internacional de un producto, mayor será la retención de la exportación que irá a las arcas del gobierno.
Tal vez, en principio, podríamos decir que no es tan injusto este tipo de derecho de exportación, ya que no se trata de un impuesto regresivo, sino lo contrario. Pero el problema radica en que –y sólo para dar un ejemplo–, al momento en que se crearon las retenciones móviles, éstas eran del 45% sobre la exportación de soja. Esto importa que el 45% de la ganancia bruta de los productores (pequeños, medianos o grandes) se la llevaba el Estado. Al ser un porcentaje sobre la ganancia bruta, es decir, sobre los números de exportación ‘en limpio’, el porcentaje real de lo que se llevaba el Gobierno era mucho más.
Asimismo, con este tipo de derecho de exportación se elimina cualquier tipo de especulación de los productores con el precio de los commodities, desincentivando de algún modo la producción; ya que si el precio sube, el que más se beneficiará será el Estado y no ellos.
Lo cierto es que cualquier tributo por el cual se deba pagar un 45% resulta confiscatorio. Así lo tiene establecido nuestra Corte Suprema, que determinó que ningún tributo puede superar un 33%. Si bien el gobierno, luego de los reclamos del campo, dijo que iba a rever la situación para que no afecte a los pequeños productores, un gravamen de semejante magnitud no puede aplicársele a nadie: ni grande, ni medio, ni pequeño. Ello sin perjuicio de que se le otorguen incentivos a los pequeños productores, pero es una falacia que se puede confiscar a los grandes productores porque tienen mucho. La confiscación está prohibida en nuestra Constitución Nacional, por el contrario, garantiza el derecho de propiedad y a todos, a los que tienen mucho y a los que tienen poco. El derecho de propiedad y la imposibilidad de confiscar por parte del gobierno está garantizada a todos, no sólo a los que el gobierno cree que les corresponde tal derecho. Por lo tanto, una retención móvil que no tiene un techo máximo y que permite que un porcentaje superior al 33% -según lo dispuso la Corte-, se aplique sobre las exportaciones es confiscatorio.
Ahora bien, considero que es un error del gobierno creer que esto es una simple disputa con el campo que no tiene consecuencias para las demás ramas productivas argentinas. De hecho, esta elevación desconsiderada de las retenciones importa una falta de previsibilidad, de reglas de juego claras y un perjuicio a los productores; pero también es un mensaje para los potenciales inversores, ya sean nacionales o extranjeros. Y este mensaje es que si hay alguna actividad que tiene cierta rentabilidad, de un día para el otro el gobierno puede convertirla en no rentable, o peor aún, el gobierno puede decidir cuál será la rentabilidad de los empresarios y cambiarla según su arbitrio, en cualquier momento. De esta manera, me parece que el perjuicio que le ocasiona el gobierno a nuestro país es mucho mayor de lo que parece. Con acciones como éstas, se está echando a los inversores. Creo que en estos primeros meses de gobierno de la presidente Cristina Fernández, se tomaron decisiones erradas que serán muy difícil de corregir, y por lo tanto, durante el resto de la gestión será muy difícil atraer capitales que den más empleo en la Argentina.
Nuestro gobierno no toma conciencia de la necesidad de inversión que tiene cualquier país que quiera desarrollarse; su soberbia y omnipotencia es tan grande que desconoce la realidad, y eso asusta mucho ¡Pobre el futuro de nuestra Argentina! Lo peor es que los diferentes países de la región están aprovechando nuestra total falta de lógica.
Es necesario también que nos preguntemos en qué contexto se crearon estas retenciones, para qué, con qué razón. Así es que la razón principal por la cual se crearon estos nuevos tributos es por el desequilibrio fiscal que tienen las cuentas estatales. Si bien es cierto que hasta hace algunos meses teníamos un superávit fiscal, el gasto público se fue desmadrando para ganar ‘sea como sea’ las elecciones presidenciales de octubre del año pasado. Si bien en un principio se pensó que el gobierno de Cristina iba a quebrar esta tendencia alcista del gasto público, para reequilibrar al fisco y contener la inflación, se produjo todo lo contrario: el gasto sigue creciendo a pasos agigantados y se necesita obtener dinero a cualquier precio. En efecto, el modelo que inició Kirchner hace 5 años se está encrudeciendo, los subsidios cruzados son un esfuerzo en vano por contener la inflación, crean un capitalismo de amigos, requieren cantidades crecientes de dinero por parte del Estado y va a llegar un momento en el que se deba cortar con ellos y sincerar la economía. El gobierno entró en un círculo vicioso que creo que ya es imposible contener. Las advertencias que se vienen haciendo desde hace rato no fueron tenidas en cuenta y, por ello, es difícil creer que serán tenidas en cuenta a partir de ahora.
Asimismo, no creo que sea real el fin distributivo del ingreso que dice tener el gobierno al crear la movilidad en las retenciones. De hecho, el gasto público creció para financiar la pobreza, parar doblegar, amedrentar y hacer vivir a ciertos sectores de la población bajo el favor del gobierno. El gasto creció para ganar las elecciones en Octubre, para conservar el poder. Además, la mejor manera de combatir la pobreza y darle a los que menos tienen es atrayendo capitales, no ahuyentando inversiones. Por lo tanto, me parece que un gobierno que hace una utilización discrecional de ‘la caja’, sin seguir pautas objetivas, rechazando cualquier tipo de control y doblegando sectores no puede decir que sus fines recaudatorios son para distribuir ingresos,. Por otra parte, si bien es correcto distribuir, no es posible hacerlo de cualquier modo y afectando principios elementales del derecho constitucional como el derecho de propiedad.
Para ir concluyendo, creo que nuestro gobierno toma la actitud de una persona que sufre claustrofobia y al sentirse encerrado en una habitación solicita que se cierren todas las ventanas y todas las puertas para poder sentirse mejor.
En primer lugar, el endeudamiento de nuestro país es sumamente caro, está a niveles de países en default luego de la estafa que se le realizó a los tendedores de bonos ajustables por CER con la manipulación de datos en el INDEC y por la falta de arreglo con algunos acreedores, como el Club de París. A su vez, el gobierno en su soberbia echa del país a los inversores, y a los que todavía quedan los asfixia cada vez más. La presión tributaria es creciente para disminuir el desequilibrio fiscal producido por el aumento del gasto público para financiar la pobreza. Y finalmente, se dice ser un gobierno progresista que ayuda a los pobres, sin embargo los está perjudicando con una inflación cada vez más peligrosa, desconociendo que es el impuesto más regresivo y que los más afectados son los sectores más pobres de la población.
Por último, es necesario mencionar el creciente autoritarismo de la presidente, la búsqueda constante de enemigos de la patria y la constitución de un pensamiento único. Es grave ver como el gobierno constantemente cree tener la verdad, no dialoga y critica a los que piensan diferente y tienen una opinión distinta a la oficial. Sin más, vaya y prenda la televisión en este preciso momento y vea sobre quién está hablando la presidente –o sus emisarios–, y a quien le está diciendo que es un enemigo del país, que defiende los intereses del establishment y que quiere desestabilizar al gobierno por ‘pensar’ distinto.