No resultan extrañas a los argentinos dos premisas clásicas que se vienen repitiendo en nuestra historia, cada diez años: 1- tenemos una crisis económica y política; 2- varía el régimen pendular argentino, que importa que durante una década tenemos un sistema político y económico y, a la década siguiente, tenemos el sistema opuesto.
Luego de los explicado en el artículo anterior, puedo afirmar que no me equivoqué cuando dije que había un antes y un después del conflicto con el campo y que, a partir del mismo, nuevos actores sociales iban a revelarse contra el gobierno.
De hecho, en nuestra Argentina panquequera, donde un día amamos a un líder, al día siguiente lo odiamos, donde todos somos menemistas, donde luego somos todos antimenemistas, donde todos ‘eran’ kirchneristas, donde ahora ‘no lo son tanto’, etc; irán apareciendo personas que antes permanecían en el más callado de los silencios mientras pasaban cosas desastrosas en la Argentina, pero que se han dado cuenta de que la única manera de permanecer con ‘vida política’ es enfrentar al gobierno. En realidad, no le veo mucha fuerza al kirchnerismo: el péndulo estuvo en un lado pero su movimiento natural es ir hacia el otro. Por eso, ciertos dirigentes se anticiparán y aprovecharán la baja en la popularidad que sufrió Cristina, y comenzarán a criticarla como si lo hubiesen hecho desde el inicio de la gestión K, pero sólo para sacar un rédito político.
Creo que el conflicto del campo, y la necedad del gobierno para encontrar una rápida solución, no sólo produjeron una disminución en la popularidad, sino que alentaron el movimiento del péndulo y tal movimiento será difícil de detener, menos en el contexto panquequero mencionado. Con el pasar del tiempo irán en aumento las personas que se animen a la crítica y que quieran anticiparse a los beneficios del ‘próximo tiempo’, que -por cierto-, todavía no se sabe cuál será.
Mi única recomendación: este gobierno es pésimo, divide a la sociedad, incita a la violencia y al pensamiento único, no respeta la República Democrática ni la Constitución; pero que ello no nos haga olvidar que debemos ser prudentes y evitar que la Argentina siga siendo un país de corto plazo y poco fiable. En consecuencia, no vayamos al otro lado del péndulo con tanta pasión como ejercitamos los argentinos, detengamos el movimiento del péndulo para que quede en el centro y la Argentina pueda pensar en un progreso económico, social y político que nos saque del tercer mundismo y nos coloque en competencia con los países más avanzados, tal como el modelo chileno.
Las dos premisas clásicas argentinas que mencioné en el primer párrafo están dando indicios de que ya se están produciendo ¡Cuidado!
Luego de los explicado en el artículo anterior, puedo afirmar que no me equivoqué cuando dije que había un antes y un después del conflicto con el campo y que, a partir del mismo, nuevos actores sociales iban a revelarse contra el gobierno.
De hecho, en nuestra Argentina panquequera, donde un día amamos a un líder, al día siguiente lo odiamos, donde todos somos menemistas, donde luego somos todos antimenemistas, donde todos ‘eran’ kirchneristas, donde ahora ‘no lo son tanto’, etc; irán apareciendo personas que antes permanecían en el más callado de los silencios mientras pasaban cosas desastrosas en la Argentina, pero que se han dado cuenta de que la única manera de permanecer con ‘vida política’ es enfrentar al gobierno. En realidad, no le veo mucha fuerza al kirchnerismo: el péndulo estuvo en un lado pero su movimiento natural es ir hacia el otro. Por eso, ciertos dirigentes se anticiparán y aprovecharán la baja en la popularidad que sufrió Cristina, y comenzarán a criticarla como si lo hubiesen hecho desde el inicio de la gestión K, pero sólo para sacar un rédito político.
Creo que el conflicto del campo, y la necedad del gobierno para encontrar una rápida solución, no sólo produjeron una disminución en la popularidad, sino que alentaron el movimiento del péndulo y tal movimiento será difícil de detener, menos en el contexto panquequero mencionado. Con el pasar del tiempo irán en aumento las personas que se animen a la crítica y que quieran anticiparse a los beneficios del ‘próximo tiempo’, que -por cierto-, todavía no se sabe cuál será.
Mi única recomendación: este gobierno es pésimo, divide a la sociedad, incita a la violencia y al pensamiento único, no respeta la República Democrática ni la Constitución; pero que ello no nos haga olvidar que debemos ser prudentes y evitar que la Argentina siga siendo un país de corto plazo y poco fiable. En consecuencia, no vayamos al otro lado del péndulo con tanta pasión como ejercitamos los argentinos, detengamos el movimiento del péndulo para que quede en el centro y la Argentina pueda pensar en un progreso económico, social y político que nos saque del tercer mundismo y nos coloque en competencia con los países más avanzados, tal como el modelo chileno.
Las dos premisas clásicas argentinas que mencioné en el primer párrafo están dando indicios de que ya se están produciendo ¡Cuidado!

